lunes, 21 de enero de 2008

LISBOA GRIS

Quizás fuera ya una rutina en mi vida, pero la verdad es que tampoco lo tenía como una obligación, y es que la hora del "cafelito" para algunos es la hora de la siesta, para otros la hora del paseito...Para otros desgraciadamente la hora del atasco.

Pero bien es verdad que en este momento era distinto, pues era Domingo, día terriblemente gris y la ciudad de Lisboa parece que había rendido homenaje a los grandes arquitectos que construyeron sus "elevadores" pintando el cielo del mismo color que el hierro...

Aturdido por la intensa lluvia y por las vacias calles de una población que había corrido a refugiarse bajo alguna techumbre, recordaba una y otra vez como el viento se encargó de asesinar a mi paraguas de un soplido.

En el alto barrio de Alfama solo se escuchaban los fados y sus calles estaban mas despejadas que nunca pues las lisboetas que alli viven habían recogido toda la ropa de sus tendederos en plena calle rompiendo así la estampa tipica de la ciudad lusa.

Ante el desconcierto y la vulnerabilidad a las condiciones atmosféricas se enciende una luz, una vieja bombilla de luz amarilla que desprendia calor en un dia gris y humedo y a continuación el aroma a café... Expiré y sonreí...

No hay nada más romantico ni reconfortante que disfrutar de un café observando la lluvia de un día plomizo en un viejo Café de Lisboa.

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